miércoles, 19 de octubre de 2011

Tarde adherida en una hoja de papel...


Si, las hojas de los arboles se mecen lentamente, mientas yo sigo aqui, justo aqui, siempre aqui, esperando pacientemente la llegada de un autobus rojo... El paisaje tranquilo de la tarde denota una ausencia de alumnos, los taxis se detienen ante mí, esperan que me suba a ellos... Una camioneta con alto parlante hiere el hermoso silencio que se habia formado a mi alrededor...

El viento se limita a soplar, esta cantando, ululando, hablando el extinto idioma de babel, un remolino de viento se levanta a lo lejos, y despues de desvanece tan rapido como vino, y es dificil alzar la vista con tanto polvo, pero al fin lo veo, a lo lejos, con ese toldo rojo, las grandes ventanas y el letrero que indica sus primera y ultima paradas, se detiene ante mi, me subo y continúo escribiendo; y los pasajeros ven a un muchacho de cabellos castaños y lapicero en mano, escribiendo, narrando, pero dejan de prestarle atencion y vuelven a mirar por sus ventanillas, pensando en sus trabajos y las interminables preocupaciones de un lunes por la tarde...

Pero yo continúo escribiendo, aunque el autobus deforme mi letra con su perseverante vaiven, puedo sentir el aire en mi cara; divirtiendose, alborotando mi cabello, robando lentamente la juventud a mi piel, pero yo sigo escribiendo, contruyendo un poema con un lenguaje, talvez, demasiado rebuscado para una tarde calurosa...

Y las nubes se cierran en el horizonte, el chirrido insolente de una trompeta ensordinada que interpreta un jazz me arrebata la inspiracion... Pero las hojas de los arboles se mecen lentamente y me devuelven la inspiracion robada...

La gente esta desesperada, impaciente, loca por ganarle dos minutos al tiempo y se preocupa demasiado, miran con envidia al muchacho de cabellos castaños que escribe un poema deseando tener tiempo, tener juventud...

Las flores florecen en el campo y las miro absorto, comenzando a sentir un viento frio que se cuela por un mal dobles en mi chaqueta gastada y gris...

Y mis ojos se cierran del sueño producto de un cansancio de dos noches continuas sin dormir, pero antes de dormir profundamente veo a un muchacho de cabellos castaños, escribiendo un poema acerca de un viaje en autobus, pero talvez, en un lenguaje demasiado rebuscado para una tarde calurosa...


                                                                                                            

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